sensibilidad suspendida

(razón: allá)



yoga, lesson 1: manipura

en una terraza mexicana mirando montañas conocí mi plexo solar,
supe que ya lo habían atravesado, que ya no hacía daño,
como supe antes que ya había perdido el campeonato.
por eso ya sé lo que es importante
(recito), por eso no me asusta que los espejos y la cópula sean
abominables,

pero he oído que hay un plexo branquial y me inquieta
qué harán en él mis subclavias, que son poderosas pero ingenuas,
como mis botas, como yo en horas nocturnas, cuando estoy sola,
cuando el nervio vago y el simpático confluyen y hacen de mí ora (recita, llora)
mejor persona, ora última vocal que se entristece por cualquier bobada,

porque no puede tragar saliva, porque muta, porque le viene la herida,
porque no entiende a las personas, porque llueve y no, porque hace calor
y después las venas gélidas, porque ríe, escucha, va y viene,
da y guarda, pero se esconde tanto que teme que nadie pueda ver las
cursivas, la sustantivación del contento, el desconcierto, el beso ciego,
el verso absuelto, el pensador, el sentipensamiento.

1 comentario:

Rubén Darío Carrero dijo...

Pregunta al otro costado sobre el plenilunio de tu sombra, tal vez te hable de tus blancas manos puritanas.

Abominables? por qué reproducen a los hombres? ó por que en ambas no sabes cuando callar?.

tU pecho henchido (no atravesado) de silencios!
Pez lunar!

Delgada, ausente por tus largas piernas, perfil mudo, el cuello tan blanco como el triangulo de nueve en tu espalda, ojos como ollares de un caballo que ha nacido dos veces, peciolo herido.

No sé, me lo imagino, creo supongo...