sensibilidad suspendida

(razón: allá)



oh!

[...]Llamé a Midori por teléfono.- Quiero hablar contigo - le dije[...]Al otro lado de la línea, Midori enmudeció durante largo tiempo. Aquel silencio recordaba todas las lluvias del mundo cayendo sobre la faz de la tierra. Yo, mientras tanto, permanecí con los ojos cerrados y la frente apoyada en el cristal. Por fin, Midori habló.- ¿Dónde estás?- susurró.¿Dónde estaba? Todavía con el auricular en la mano, levanté la cabeza y miré lrededor de la cabina. ¿Dónde estaba? No logré averiguarlo. No tenía la más remota idea de dónde me hallaba. ¿Qué sitio era aquél? Mis pupilas reflejaban las siluetas de la multitud dirigiéndose a ninguna parte. Y yo me encontraba en medio de ninguna parte llamando a Midori.-

Haruki Murakami - Tokio Blues

http://es.youtube.com/watch?v=RaNQjhXhfVs&mode=related&search

(Felicidades, u ***)




Escrito en http://www.fotolog.com/la_planete/32024760



Gracias, Ana querida, por recordarme lo que soy.

9 comentarios:

L Mery dijo...

que final de libro que es ese...
uno de mis favoritos.

Anónimo dijo...

No he tenido vacaciones. No tendré hasta que me libre de esta tortura, allá por octubre si todo se da bien. Ando con el fin de carrera, que será un trámite y todo lo que quieras, pero hay que hacerlo y, siendo hijo de uno, los desvelos siempre parecen pocos. Yo, si me descuido, no tengo ni fines de semana. Para mí sólo existen los días y las noches. En mi pueblo (en una provincia con nombre de rey de la selva) tenemos un local con internet, pero es un latazo pedir la llave cada vez que quiero usarlo. Antes, la entrada era más libre, pero, gracias al buen uso de la niñada, han decidido ponerlo más difícil. Y todo va leeento. Y a veces duda. Y a veces ni va. Por las prisas, guardo los corpúsculos y los leo en casa con más calma, para empaparme, porque las simples salpicaduras suelen secar demasiado rápido ahora. Y, cuando lo confirme, te cuento lo otro.

Lo. dijo...

Por problemas diplomáticos ya no estoy en externada, buscame en http://eternada.blogspot.com
y por favor, no hacer referencias a esto en mi antigua casita.
Besos

Luis López dijo...

Genial Haruki Murakami. Gracias.

Anónimo dijo...

Regresé. Sólo me paso por aquí para dejarte un saludo. Y una felicitación por tus veintitodos. Que no se te escapen crudos. Besos.

Anónimo dijo...

Regresé
a tu lado...
el fotolog no me gusta
ha cambiado el estilo y la forma
además al marcharme..lo que quería en realidad, era ver quien me seguia
al mirar atrás tengo una vista interesante siempre
y si hay alguien
merece que yo también le siga , no?

Un bikiño

otro comienzo..diria yo..no?
otro lado
otro momento

(joder! parezco un anuncio ajajaj)

Abrazos

PerSe dijo...

Hace dias que no entraba, tenia hambre de vos. Actualiza nena... me obligas a bajar al kiosco a comer algo ahora... :)

izas dijo...

bichita, te he propuesto un jueguecillo en mi blog

a ver si nos vemos, que tengo muuuuucho que contarte

besos gfordos

Luis López dijo...

Tokio Blues llena de vida las páginas de un libro. Asistimos al itinerario vital de los personajes, en el que se describen sin cesar, con mirada meticulosa, conversaciones apasionadas, encuentros sexuales, cartas impacientes y paseos interminables por un Tokio esquivo, pero también se recogen los precios de los hoteles baratos y de los transportes, los libros leídos, la ropa y los peinados, la música que se oye, la comida del día, el olor de las sábanas... Tokio Blues persigue una escritura de los sentidos, la cual quiere transcribir, como el que teme el olvido, todas las emociones y sensaciones e ideas que rodean un momento único, una circunstancia creada entre la experiencia y la memoria, como decía Eliot. Al final, quizá, por encima de la historia trágica de la novela, por encima del estilo frío del narrador que observa con distancia lo vivido, el secreto de la turbación que produce la lectura de Tokio Blues resida en ese archivo y clasificación minuciosa de todo lo que acompaña al recuerdo. Y es ahí donde debemos buscar las razones de su éxito y, seguramente, el motivo por el cual podemos adscribirla a ese conjunto heterogéneo de novelas generacionales del que hablábamos al principio: no porque hable de una generación en particular, sino porque habla del cambio doloroso de la adolescencia a la madurez... Tokio Blues pone de manifiesto que la adolescencia nos enseña de manera contundente que el descubrimiento del deseo y del amor y de la muerte nos hace sentir la fragilidad de los días y los cuerpos y, por esa misma razón, vivir con más intensidad... Luego, parece decir apagadamente Tokio Blues, quedará la memoria o la letra muerta para recoger esos momentos irrecuperables. Como vislumbra el protagonista en el viaje que emprende al final de la historia, la madurez tal vez no es más que la comprobación de que el olvido existe, que el dolor no se soluciona sino que se olvida. Dice un personaje a Watanabe en uno de los últimos capítulos:“ Si continúas así, lo estropearás todo. Aunque sea duro, trata de ser fuerte. Crece, madura. He salido del sanatorio para decirte esto. He venido desde lejos, en aquel tren que parece un sarcófago...”